Desde el primer ciclo de planificación hidrológica (2009-2014), ha habido una voluntad política, nunca consumada, de poner fin al trasvase Tajo-Segura y satisfacer, de este modo, una demanda cada vez más arraigada en Castilla-La Mancha. A mi juicio, se trata de una reivindicación artificial: las razones ambientales son simplemente una excusa.