Un Trasvase de recuerdos

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El Trasvase Tajo-Segura no solo transporta agua, transporta recuerdos, sentimientos, esfuerzo…

Hace unos años creamos un concurso de redacción en los que participaban alumnos de institutos de Murcia. La ganadora, María José Alonso Sebastián del IES El Carmen, alumna de 4º E.S.O, nos pone en la piel de su abuela contándonos su historia y haciéndonos ver lo importante que fue, es y será el Trasvase Tajo-Segura para el huerto de Europa y para las miles de familias que pueden vivir gracias a él.

“Hace cuatro años murió mi abuela. Hoy he encontrado una carta escrita por ella, al fondo de un cajón, como olvidada hace años. Puede que para muchos sea algo insignificante. A Mi me parecía necesario compartirla:

Hoy, por fin, el agua ha llegado. Hoy he vuelto a recuperar la fe en nosotros mismos. Hace tiempo que la sequía se llevó el agua y las esperanzas de este pueblo.

Todos los que podían emigraban. Los que estamos atados a la tierra nos limitábamos a rezar por que esto cambiara. Tantas veces había oído yo comentar en la plaza que estaban debatiendo aprobar el trasvase que hasta que no comenzaron las obras no lo creí. Nunca mostré yo demasiado interés por esto, pero cierto es que cada vez me asombraba e ilusionaba más. La maquinaria comenzaba a llegar y la gente ya no hablaba de otra cosa. Nuestra huerta, la de nuestros padres, estaba siendo cambiada drásticamente. Y confiábamos en que esto era lo que realmente necesitábamos. La primera vez que vi el acueducto terminado fue para mi una muestra de lo que éramos capaces de hacer. Allí, en la carretera de Abanilla a Santomera aquel mastodonte era prueba de que los buenos tiempos acababan de llegar. Las obras habían dado trabajo a mucha gente, y esperanzas de futuro a todas las demás. .La dictadura acababa de terminar y muchos de los que habían marchado al extranjero estaban volviendo. Si habíamos sido capaces de hacer que los ríos discurrieran por donde necesitábamos, ¿qué no podríamos hacer?

Ojalá en el futuro se cumplan todos los planes que tenemos ahora con esta nueva agua. Será un impulso para nuestra economía, nuestra sociedad, los productos de nuestra huerta podrán ser llevados más allá incluso de nuestro país… Pero quizás cuando todo esto pase y las penurias aparezcan sólo en los libros de historia nadie recordará lo que costó conseguirlo. Yo soy una simple mujer de la huerta, y la tierra es mi vida y la de mi familia. Como yo, miles. Miles de familias que han sido la razón de la solidaridad y el empeño que han volcado tantos otros para que esto sea posible.

¿Y cómo dar las gracias? Arquitectos, políticos… ninguno de ellos leerá esto jamás. Pero confío en que cuando nadie lo recuerde, alguien vuelva a leerlo y , al igual que yo, sienta ese orgullo y agradecimiento cuando vea el acueducto y el soplo de vida que da todo lo que le rodea: los cultivos y plantaciones, el ganado, el comercio, la gente de este lugar.

Siempre que voy a mi pueblo, Abanila, paso por debajo del acueducto. A pesar de eso, para mí nunca había sido más que hormigón. Mi abuela tenía razón. Ahora me doy cuenta de que sin él nada sería lo mismo. Nunca habríamos llegado hasta donde estamos hoy. Y realmente merece la pena dar las gracias a todos aquellos que lo hicieron posible. No con una carta o unas simples palabras, sino haciendo consciente a todo el mundo de lo importante que fue el papel de estas personas para nosotros, admirándonos de nuestra tierra y de lo que entre todos hemos sido capaces de conseguir de ella.”

Orgullosos y agradecidos a todos los que ayudan, gotita a gotita, a que todo esto sea posible. Sigamos apoyando el crecimiento, el avance… la vida!

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